lunes, 18 de mayo de 2009

Suma y sigue. Adios, Mario.


Las amarguras nunca tocan fondo, escribe Sabina. Y en siete días van tres. En esta ocasión, os hablo del señor de la foto. Se llamaba Mario. Es el primer escritor del que me leí sus cuentos completos y tuve la suerte de conocerlo en una charla que dio en el Ateneo de Caja Cantabria, en Santander. Más tarde conocí sus poemas que, me aprendí al dedillo gracias a la idea maravillosa que tuvo visor de publicarlos junto con un CD donde él mismo se encargaba de leerlos (la idea del libro-CD la han seguido con muchos autores más, entre ellos, Joaquín Sabina) Durante todo un año, todas las noches me dormía escuchandolos. Me relajaban: hablaban de cosas cercanas y casi siempre te dejaba una sonrisa de ternura en los labios. Me encantaba su serenidad, su poesía preciosista (un amigo profesor de literatura siempre que me hablaba de él me decía que era el poeta de la poesía preciosita) y su cara de abuelete tierno.
El año no quiso empezar bien y tampoco parece querer abandonar la tendencia.
Hasta siempre, Mario.

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