martes, 18 de mayo de 2010

"Y es un lujo que sea en Salamanca"

Intro/Dedicatoria de Vinagre y Rosas a Salamanca. Joaquín Sabina (2009)

Muchas gracias por estar ahí (una vez más)
muchas gracias por esperar,
muchas gracias por el calor,
muchas gracias por la paciencia,
muchas gracias por la complicidad,
muchas gracias...

La última vez que estuvimos aquí yo me sentia muy protegido, muy protegido y muy acompañado por la estatura gigantesca de mi primo "El Nano". Esta vez me he buscado otro primo para la canciones nuevas más que primo en este caso, que está por aquí, al que le quiero dedicar las canciones nuevas que se llama Benjamín Prado.

Uno escribe siempre la misma canción,
sobre un niño con cara de viejo,
que se atreve a volar bajo el cielo marrón,
que agoniza detrás del espejo.

Uno canta siempre la misma canción
otra noche en el bar de la esquina,
cerca de la estación donde duerme un vagón,
cuando el tiempo amenaza rutina.

Uno rumia siempre la misma canción
como un perro ladrando a la luna,
con la misma trompeta y el mismo trombón
de mariachi que estuvo en la tuna.

Uno acaba nunca la misma canción
que construye a trancas y barrancas,
luego llega la hora de alzarse el telón
y es un lujo que sea en Salamanca.

domingo, 16 de mayo de 2010

Las llaves de mi casa


Tengo un amigo, tan amigo que tiene llave de mi casa, la usa mucho menos de lo que yo quisiera que la usara porque es un placer verlo llegar, verlo reír..."


Urge cambiar (calarse) el bombín, releer a Benjamín, sacudirse la tristeza, trasnochar con los Pereza, poner pies en polvorosa. Por eso, Vinagre y Rosas.

J. Sabina, 2009 /Adaptación libre del bloguero del original entre paréntesis


La primera de las citas que encabezan este post es, como vinculo en la misma, la intro a una canción que Joaquín hizo en uno de sus conciertos en Madrid. Siempre me he sentido muy identificado con la frase porque, bueno, no es mío el piso, pero mi madre dio hace mucho la llave a unos amigos que apenas hacen uso de ella pese a que ya son mucho más que de nuestra propia familia. Nunca lo he entendido pero apenas la usan ¿en 30 años 4 veces a lo sumo? Bueno, pensándolo fríamente puede resultar hasta lógico. Podrían tener miedo a que les denunciásemos si desapareciera algo o nos robaran en nuestra ausencia. No, son 30 años y ya te vas haciendo una idea aproximada de la clase de personas que son. Digamos que son de la clase Golden Premier, de esa clase de gente que sabes que no debes separarte jamás. Pero bueno, volviendo al tema del uso de la llave no sé, siempre habrán necesitado sal estando tú de vacaciones. Ni con esas. En todo caso lo divertido es que nunca han usado la llave... pero lo cierto es que desde niños, siempre hemos pasado casi más tiempo los unos en casa de los otros. Yo donde ellos y con ellos. Ellos donde mí y conmigo. Es más, todavía alguna gente cuando me ve por la calle me dice: "acabo de ver a tu madre!" Y luego me he dado cuenta que se referían a mi madre adoptiva. Me gusta haberme incorporado a esa familia desde antes de nacer. Es un lujo. Hemos aprendido a vivir, nos hemos hecho, reído, asustados... y hemos llorado juntos (de risa y no) Alguien dijo que podíamos olvidar a alguien con quien nos hemos reído pero jamás a aquel con quien hemos llorado. Suscribo al 100% la afirmación.

Y hablando de cosas divertidas de gente que deja su llave recuerdo un poema de los que publica Joaquín en una revista de culos y tetas y que tiene un verso que dice que "urge calarse el bombín". Joaquín, cuando le dio el marichalazo, reconoció que tuvo que cambiar la cerradura de su casa un día en que al llegar a casa se encontró con un señor que no conocía de nada. La anécdota me resulta divertida así que le he modificado, sin su permiso, el verso para la ocasión.

La foto que acompaña este post también hace un guiño a la llave en tanto posesión. Al final, volver a la infancia es tan sencillo como desprenderte de las llaves, el monedero y el móvil. Si pruebas a hacerlo durante unos segundos, recuperarás por un instante aquel aroma tan puro e ideal. Esa es nuestra patria. Alrededor no hay nada. Y por muchas llaves que tengamos nunca tenemos que perder ese norte o estaremos perdidos.

martes, 11 de mayo de 2010

¿Cómo hablar? (continuación)


El tipo de la foto fue uno de los protagonistas de la edad de oro del pop español. En 2006 estuvo en el Calderón y en aquel mítico concierto de Los 40 Principales pasó una cosa curiosa:

A Antonio le tocó cantar junto con Amaral y ya por aquel entonces, daba visibles signos de fatiga (apenas vivió un par de años más) Pues bien, durante toda la canción, Antonio con la mirada perdida tenía de frente a su público pero Amaral parecía que hacía tiempo que se hubiera olvidado de todo lo que no fuera Antonio: está en todo momento girada hacia él, a sabiendas de que tenía ante sí uno de los más grandes músicos de las últimas décadas y sabedora de que tampoco le quedaría mucho tiempo para unir su fantástica voz de gata junto a esa otra tan distinta: melancólica, grave, profunda y sostenida. Voz, la de Antonio, cada vez más apagada tanto por su salud como por la muerte de su chica poco tiempo antes. Eva, durante toda, absoluntamente toda la canción se olvida de su público, casi le da la espalda. Parecía que sintiese que con su mirada sostuviera, contuviese erguida la figura de un Antonio que parece extraño en ese lugar pese a que en realidad él era una de las elecciones más acertadas para ese concierto. Lo mismo pasa con todo el calderon: parece que enmudece y sólo se atreve a murmurar por debajo la canción para poder seguir escuchando a Antonio. Y Antonio cuando entró en escena parecía querer buscar la puerta de salida y tuvieron que salir Eva y Juan a retenerle para decirle con la mirada que si alguién tenía todo el sentido del mundo en aquel concierto era justamente él.

Eva sólo le quito la vista un par de ocasiones: cuando le abrazó para darle las gracias y en una palmadita que le da en la espalda y un par de besos. Qué grande Antonio! Que grande Eva! Y qué grande aquel concierto.

PD: Ahora veo que varios comentarios de los que aparecen en youtube hablan de la misma anecdota que cito en este post. Lo cual reafirma la postura de que cuando apareció Antonio, el Calderón se vació y ni Juan ni Eva ni el público estaban presentes. Solo Antonio, Antonio, Antonio.

PD2: Poco tiempo antes de morir Antonio se pasó por los micrófonos de la SER y el gran Iñaki Gabilondo no se cortó un pelo: "Has cometido muchos errores en la vida: las drogas, Antonio" Antonio, respondió: "es algo que me ha tocado conocer y de lo que concluyo que uno es dueño de sus movimientos y en la vida uno puede elegir. Es cuestión de creer en la vida, de creer en uno y de tener motivos por los que luchar" Me encanta esta reflexión.

lunes, 3 de mayo de 2010

Menos dos alas (2)


Para Arcángel González

Bendita sea la canción desnuda
sin el beso de Judas Gamoneda,
maldita santa Rita en almoneda
con medalla de boina tartamuda.

Bendito calcetín sin fe ni muda,
huésped contrito del amor en veda,
galletas con café, lija de seda,
sin Cristo, ni Yahvé, ni Freud, ni Buda.

¿Qué será de mis íes sin tus puntos,
de mi solo de baba sin adjuntos,
de la Kontiki a solas con tu silla?

Ángel querido, ¿quién vacuna ahora
mi sarpullido al margen de la aurora,
mi verso tan viudo y con ladillas?

2
A la hora de don Juan y de don Mendo,
de Bradomín, del carro de Pandora,
del sarro de la nuit que nos devora
nunca te oí decir: vámonos yendo.

Arcángel de la duda en comandita,
posguerra del dos mil, difunto mío,
por los baipases del escalofrío
se desangra mi sangre huerfanita.

Este año que nació sin primavera
murió de viejo tan recién nacido
como el olvido al pie de una escalera.

González en goliardo, qué apellido
bastardo del marido de cualquiera,
qué muerte al por mayor, qué sinsentido

J. Sabina (Interview, 2008)

PD: Este post es la continuación del anterior que también dediqué a Ángel González