domingo, 16 de mayo de 2010

Las llaves de mi casa


Tengo un amigo, tan amigo que tiene llave de mi casa, la usa mucho menos de lo que yo quisiera que la usara porque es un placer verlo llegar, verlo reír..."


Urge cambiar (calarse) el bombín, releer a Benjamín, sacudirse la tristeza, trasnochar con los Pereza, poner pies en polvorosa. Por eso, Vinagre y Rosas.

J. Sabina, 2009 /Adaptación libre del bloguero del original entre paréntesis


La primera de las citas que encabezan este post es, como vinculo en la misma, la intro a una canción que Joaquín hizo en uno de sus conciertos en Madrid. Siempre me he sentido muy identificado con la frase porque, bueno, no es mío el piso, pero mi madre dio hace mucho la llave a unos amigos que apenas hacen uso de ella pese a que ya son mucho más que de nuestra propia familia. Nunca lo he entendido pero apenas la usan ¿en 30 años 4 veces a lo sumo? Bueno, pensándolo fríamente puede resultar hasta lógico. Podrían tener miedo a que les denunciásemos si desapareciera algo o nos robaran en nuestra ausencia. No, son 30 años y ya te vas haciendo una idea aproximada de la clase de personas que son. Digamos que son de la clase Golden Premier, de esa clase de gente que sabes que no debes separarte jamás. Pero bueno, volviendo al tema del uso de la llave no sé, siempre habrán necesitado sal estando tú de vacaciones. Ni con esas. En todo caso lo divertido es que nunca han usado la llave... pero lo cierto es que desde niños, siempre hemos pasado casi más tiempo los unos en casa de los otros. Yo donde ellos y con ellos. Ellos donde mí y conmigo. Es más, todavía alguna gente cuando me ve por la calle me dice: "acabo de ver a tu madre!" Y luego me he dado cuenta que se referían a mi madre adoptiva. Me gusta haberme incorporado a esa familia desde antes de nacer. Es un lujo. Hemos aprendido a vivir, nos hemos hecho, reído, asustados... y hemos llorado juntos (de risa y no) Alguien dijo que podíamos olvidar a alguien con quien nos hemos reído pero jamás a aquel con quien hemos llorado. Suscribo al 100% la afirmación.

Y hablando de cosas divertidas de gente que deja su llave recuerdo un poema de los que publica Joaquín en una revista de culos y tetas y que tiene un verso que dice que "urge calarse el bombín". Joaquín, cuando le dio el marichalazo, reconoció que tuvo que cambiar la cerradura de su casa un día en que al llegar a casa se encontró con un señor que no conocía de nada. La anécdota me resulta divertida así que le he modificado, sin su permiso, el verso para la ocasión.

La foto que acompaña este post también hace un guiño a la llave en tanto posesión. Al final, volver a la infancia es tan sencillo como desprenderte de las llaves, el monedero y el móvil. Si pruebas a hacerlo durante unos segundos, recuperarás por un instante aquel aroma tan puro e ideal. Esa es nuestra patria. Alrededor no hay nada. Y por muchas llaves que tengamos nunca tenemos que perder ese norte o estaremos perdidos.

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