lunes, 2 de febrero de 2009

"Cuando sólo recibo noticias de la muerte"



"La muerte solamente nos golpea si la vemos tan cercana que nos puede salpicar"
Victor Manuel San José


[Diálogo en el catering de una película]

Yo: Joder Frutos, he quedado con mi jefe para comentarle una cosa y me ha dicho que le espere precisamente aquí. Son las dos y cuarto, no he comido y me muero de hambre. ¡Y sólo veo comida!
Frutos: Eso tiene fácil solución. ¿Tiene bolsillos tu pantalón?
Yo: Eh? Si, claro.
Frutos: ¿Cuántos?
Yo: ¡Joder Frutos...!
Frutos: ¿Cuántos?
Yo: Dos
Frutos: ¿Te gustan de chorizo y queso?
Yo: Si, claro.
Frutos: Métete estos ahora que no te ve nadie: yo no te he dicho nada. ¿quieres también para beber?
Yo: No, gracias
A Ángel Frutos, in memoriam.
He estrenado un asqueroso e hijo de la gran puta año que no deja de ponerme zancadillas a cada rato. Este verano tuve la enorme suerte de tener el mejor trabajo que probablemente vaya a tener en toda mi vida: trabajar en una peli desde dentro. Desde dentro quiere decir mucho mejor que como actor. Yo era el que cargaba muebles, arreglaba el jardín, montaba el catering o vigilaba aparcamientos.

Conocí a gente extraordinaria y a otros no tanto. Con el tiempo la memoria selectiva se encarga de que sólo recuerdes los mejores momentos. Hoy viendo los Goya, me he enterado que un compañero de trabajo, un conductor de material de cine se ha muerto. Una foto, un pie de foto y música de fondo.
Este mismo verano me comentaba, mientras dábamos de comer a las palomas y veíamos el tiempo pasar, que ésta era su última película. 8 horas, de lunes a viernes, yo vigilando un parking y él sentado en su camión dan para contarse muchas cosas: él me hablaba de temas existenciales: sus nietos y lo listas que eran las palomas. También me preguntaba cosas del portátil del camión con el que se veía sus pelis y cómo tenía que hacer para sincronizar los dos teléfonos móviles que tenía. Y además me contaba anécdotas que sobre Almodovar, Joaquín Sabina, Aute, Serrat... Así se hacía más corta la espera. Por las mañanas yo le llevaba el periódico y algunas revistas que tenía de cine. Y él me enseñaba algunas cosas de un coche con el que yo hacía mis primeros pinitos. Era nuestro pacto tácito.
Frutos (frutty le decían sus colegas) era un tío muy sencillo, lo único que quería era tener listo todo el material, preparado para cuando se lo solitaran. Trabajador intachable, lo entregaba impoluto. A mí me hubiera molado más acordarme de él recogiendo un goya honorífico al mejor transportista o algo así. Pero nadie entrega goyas a los que reparten bocadillos de contrabando.

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