
"34 años en la carretera. 86.797.443.630.075 kilómetros recorridos. Más de 1.200.000 noches en ninguna parte. Infinitas curvas trazadas. Ha sobrevivido a 93.837.733 tormentas. Ha asistido a miles de celebraciones. Más de 15 millones de parejas han hecho el amor en él. Algunas siguen juntas. Otras no."
VW GOLF
Volkswagen presenta estos días el nuevo modelo (y van 6) de su mítico compacto, el Golf. Desde crío siempre he estado rodeado y he crecido en este coche. He recorrido varios miles de kilometros en todos y cada uno de sus asientos (también en el conductor, alguna vez me concedió ese privilegio) Tres siglas GTI que me han acompañado en todas mis vacaciones. Un mismo propietario, un tío mío al que, cuando la gente se enteraba que se iba a comprar un nuevo coche, la única pregunta que le hacían era por el color. 3 veces pasó por el concesionario a recoger una nueva generación. Siempre Volkswagen, siempre Golf, siempre GTI y siempre 3 puertas. En las tres ocasiones, eso si, se dignó a cambiar el color. Blanco, azul oscuro y gris. Con el tiempo, he cogido tanto cariño a este coche que, cuando me monto en un coche diferente desconfío. La solidez que me transmite no lo iguala ninguno otro. Cuando son de gama más baja encuentro fallos por todas partes y, cuando se trata de una marca o modelo supuestamente mejor, me sobra todo lo demás y veo lujos innecesarios que sencillamente me estorban.

Volkswagen no ha escatimado en publicitar todas sus virtudes a lo largo de sus 34 años de vida. Ya no necesita más publicidad: el Golf marca la pauta a seguir con tiralíneas y precisión de orfebre. Y aunque la publicidad le sea del todo gratuita, sin embargo aun son muchos los piropos que la marca le sigue dedicando. Es como si disfrutara igual que un padre se desvive en elogios hacia su hijo predilecto el día de su graduación. El padre de la idea, Giorgetto Giuliaro, juntó unas líneas sencillas pero modernas, materiales de calidad pero sin exquisiteces y un peso contenido. Después sólo quedó agitar la coctelera y volià: el Golf cobró vida. Giuliaro cumplió con creces el encargo que le encomendaron de sustituir a otro icono (el beetle) Sencillamente no pudo hacerlo mejor, hizo diana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario